Te encuentras en la entrada de una casa. Es una entrada extraña, moderna. Blanca y escueta, pero no de forma pretenciosa. Más bien, lo interpretas como la entrada de un autor sin habilidades de programación y sin fondos. Esperabas algo más colorido, más vívido, pero esto es lo que te encuentras, por ahora. Miras hacia arriba, notando algo resaltando de la plenura. Un nombre, escrito en el marco con letra arañosa:

Santiago Márquez Ramos

Puede que sepas quién es, pero probablemente no. Todavía no, no realmente. Curiosidad nace dentro de ti, brillante y con apuro. Cierta energía sale de la casa, como electricidad estática. O como magia. Sientes los pelos de tus brazos pararse de punta ante los misterios que acechan más allá de la entrada principal. 
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