Te sientes travieso por entrar a la habitación de un extraño, pero tu curiosidad gana y entras de todos modos. Te sientes en casa en la habitación acogedora, suelos de madera y colores tierra, y un ligero olor a chimenea. Una cama enorme ocupa gran parte del espacio. Hay un pequeño retrato colgado encima de la cama. La comparación de tamaño entre el retrato pequeño y la cama gigante te hace reír: entiendes dónde están las prioridades de Santiago. Un sillón de terciopelo rojo y profundo se encuentra a lado de una chimena. Un portapapeles con garabatos reposa en el reposabrazos del sillón.   
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