Probablemente no deberías comerte unos chocolates que encontraste al azar dentro del sofá de la casa de un extraño, pero te encanta el chocolate. Además, leiste la biografía de Santiago y sientes que son amigos. Te comes los chocolates, sin importar lo que dirían tus papás. 
 
Los chocolates se derriten en tu boca, suaves y ricos. Están deliciosos y te sientes aún mejor que antes.
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